martes, 31 de julio de 2018

TUMBANDO CABEZAS


TUMBANDO CABEZAS

Cansado de insistir que las reglas son para cumplirlas, el comandante mando matar al muchacho que se había tomado las balas sin permiso antes que el desorden se instalara en su campamento. Llamó a su ayudante y le dio la orden sin que nadie más se enterara, luego fue hasta la cocina y pidió una taza de café, por eso cuando escucho el sonido del disparo, la tranquilidad de nuevo lo invadió pues quería ser claro y contundente con todos sus subalternos ya que en este tipo de actividades la autoridad era un recurso que no se puede negociar.
Al otro día le comentaron que uno de sus sobrinos, tenia tres trabajando con él, estaba haciendo comentarios sobre la decisión que había tomado, por lo que hizo que lo trajeran ante él. Cuando este llegó lo llevo a un costado y algo le susurró al oído, haciendo que el sobrino intentara ripostar a lo que le dijo, pero recibió tan violenta cachetada que entendió el mensaje de inmediato. A partir de ese momento el ambiente en el campamento se tranquilizó pues el miedo es la principal herramienta para tener el control absoluto.
Después de este acontecimiento no se volvió a perder ni un grano de arroz en sus dominios pero a partir de allí el grado de violencia en las actividades de su grupo era tan grande que terminaron siendo conocidos como los «tumba cabezas» ya que todos sus miembros pensaban que así se congraciaban con su comandante, pero estos actos llevaron a los jefes paramilitares a ajusticiar a su comandante ante el temor que tanta violencia se volviera norma entre sus grupos.
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