UN GRINGO Y SU ORIENTAL ENEMIGA
Una oriental que conocí estaba feliz, porque un gringo se obsesionó con ella, empezó por relatar una leyenda antigua, con la cual media las limitaciones que aquel rubio exhibía, imposibilitado de entenderla a raíz de su propia soberbia, haciéndole desconocer una larga historia que la china traía adherida a su esbelto cuerpo, pretencioso por conquistarla sin considerar que ya la tenía encima cual onanista enemiga.
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