EXTRANJEROS INTERNOS
Aparentando ser inquilinos de nuestros cuerpos, nuestros domados cerebros se imaginan y comportan como extranjeros, recorriendo parajes desconocidos, con la intención de reconocer entre los paisajes a sus tejidos vecinos, que en muchos casos invitan a los inmigrantes ajenos a experimentar remordimientos externos, como sí tuvieran la obligación de experimentar culpas provocadas por afectaciones extrañas, emanando sensaciones internas de temor frente a los pasajeros de un mundo creado para el disfrute de exclusivos viajeros.
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