LOS LASTRES DE LA IMPERFECCIÓN
Lastrados por las acumulaciones de laceraciones emocionales, que se nos arruman entre los dobleces de unos espíritus expropiados y expoliados de bondades, hasta el extremo de ofrecerlos regalados o vendidos a unos bandidos que luego no tienen ningún empacho en reclamar la paternidad de unos sistemas que explotan nuestros cuerpos exhaustos, desde donde esos espíritus que los habitan terminan desfogando y exhalando sus penas como venenos contra los demás, para después encontrar todos los caminos libres, entre los que se crean los escenarios perfectos para que seres humanos perversos nos consideremos el ombligo del universo, aunque seamos organismos imperfectos.
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